Mikel Zaballa Santamaría, bajista de The Burning Waves

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NECO BRAVO / ENDIKA RUBIO

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Criado y educado en un ambiente familiar repleto de esencia musical, Mikel lleva alrededor de 10 años haciendo sonar las cuerdas de su guitarra y su bajo. Natural de la villa marinera cántabra de Castro-Urdiales y actual estudiante de tercer curso de Comunicación Audiovisual en la UPV/EHU, forma parte como bajista de la banda de metalcore/deathcore Burning The Waves. Poneos cómodos, abrid una cerveza si queréis y… ¡disfrutad de la entrevista!

 

 

¿Ídolos o referentes musicales que hayas tenido a lo largo de los años?

En el ámbito del metal siempre me ha gustado mucho Architects y Thy Art Is Murder, además de While She Sleeps que es de mis grupos favoritos. Pero referentes musicales tengo de todo tipo, incluso fuera del ámbito del metal. Empecé con Pink Floyd desde muy pequeñito y he ido evolucionando en la música con el paso de los años.

 

Niñez y adolescencia relacionada con la música. ¿Has crecido en un ambiente familiar que ha dado lugar a que hoy en día estés de lleno en el sector musical?

Sí, definitivamente sí. Mi padre es cantante de ópera y cuando tenía 9 o 10 años, mi tío me compró una guitarra española por mi cumple. A partir de ahí fue cuando me apunté a clases de guitarra y se podría decir que en ese momento es cuando comencé mi trayectoria en la música.

 

¿Cómo entraste en Burning The Waves y cómo fueron los inicios?

Burning The Waves siempre ha sido una banda que he seguido aquí en Castro, porque les conocía y además eran amigos míos. Su bajista dejó el grupo y yo vi ahí la oportunidad. Les llevaba siguiendo desde años, yendo a sus conciertos siempre y les propuse la idea. Fui a un par de ensayos, salió bien la cosa y tiramos para adelante.

 

¿Mejor concierto con Burning The Waves que recuerdes?

Pues yo creo que sin duda el primero fue el mejor, el que dimos en la Plaza Beltza de Sopelana. Por un lado estaba nervioso porque era el primer concierto y yo nunca había tocado para tanta gente. Y por otro lado aquel día tocábamos con Counteractt, un grupo de Madrid en el que está Luis, uno de mis mejores amigos. Me hacía mucha ilusión tocar con ellos y además estábamos entre amigos, había muchos conocidos y la verdad es que estuvo muy bien.

 

¿Cuánto tiempo se tarda y cómo es el proceso desde dentro de escribir, producir y grabar una canción?

El tiempo que se tarda depende mucho de cada banda. Hay épocas en las que estás con conciertos y no tienes tiempo ni para producir ni para escribir canciones. Depende del ritmo del grupo, pero en nuestro caso hemos tardado más o menos año y medio.

En Burning The Waves lo que hacemos es que Julen (cantante) suele componer las guitarras y la voz y una vez hecho esto, le pasa las pistas a Dabi (batería). El mismo proceso se hace conmigo, me pasan las pistas y yo le pongo la línea de bajo por encima. Una vez que tenemos la maqueta, yo me encargo de producirlo para que quede con ese sonido adecuado de álbum o de single. Y una vez que hemos conseguido ese sonido a través de y otros recursos de producción, todo ello se lleva al estudio de grabación.

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Hay grupos actualmente que están igualando el sonido que tienen otros grupos procedentes de Estados Unidos o de otras partes de Europa

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¿Cómo ves el futuro del género en Euskadi? ¿Crees que se encuentra en años de decadencia o todo lo contrario?

No creo que esté en decadencia, aunque en España la escena del metal es bastante reducida. Ahora están surgiendo nuevas bandas y ya hay grupos actualmente que están igualando el sonido que tienen otros grupos procedentes de Estados Unidos o de otras partes de Europa, zonas en las que la escena está más arraigada. Que la escena vaya progresando te llena de esperanza y yo creo que poco a poco vamos a ir creciendo.

 

Por lo visto las últimas semanas en redes sociales, estáis trabajando en un nuevo disco. ¿Qué expectativas tenéis al respecto?

La verdad es que no tenemos ni idea, porque con toda esta situación y toda esta incertidumbre no sabemos siquiera si realmente vamos a poder ir al estudio. Tenemos temas grabados y tenemos todo muy organizado, pero al fin y al cabo no sabemos si vamos a poder continuar con la grabación del disco. Por eso no hemos querido sacar ninguna fecha de salida fija, ahora mismo y tal y como está el mundo, es imposible sacar algo fijo.

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Poder juntar las cosas que estoy estudiando ahora con la música sería lo mejor

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Como estudiante de Comunicación Audiovisual, ¿crees que en un futuro puedes llegar a unir el mundo audiovisual con el musical y puedas dedicarte a ello?

Eso para mí sería mi mayor sueño. Y cada vez tengo más claro que quiero dedicarme a la música o a algo que esté relacionado con ella. Poder juntar las cosas que estoy estudiando ahora con la música sería lo mejor. Espero poco a poco ir evolucionando, meter la cabeza en este mundo y poder trabajar de ello en un futuro.

 

¿Cómo os ha afectado a la banda y a ti la llegada del COVID-19?

Nos ha afectado bastante en el tema de los ensayos, ya que de los cuatro integrantes que somos en la banda, tres somos de Castro y uno es de Bilbao. Con el cierre de fronteras y demás restricciones, está todo un poco difícil. Por otro lado, al haber estado más en casa hemos podido componer mucho más, por lo que de cara al disco hemos evolucionado bastante. Aunque hemos retrocedido y fallado un poco de cara a los directos, yo creo que volveremos a pillar el ritmo de nuevo.

 

¿Cómo ves tanto tú como el grupo el futuro a corto y medio plazo respecto a conciertos, festivales, etc…?

El tema de los conciertos de momento está bastante mal y a corto plazo es bastante improbable que podamos dar conciertos. A medio plazo no lo sé. El Primavera Sound ha sacado el Primavera Nights, un festival con un menor formato, en el que traen a menos artistas y tienen topo tipo de seguridad y de medidas. Con esto se consigue que no se hunda todo el barco y que salga algo a flote. Poco a poco tendremos que dar conciertos con todo tipo de medidas, adaptarnos para que la cultura siga evolucionando. Espero que dentro de poco haya pasado todo esto y podamos volver a los escenarios, sin distancias de seguridad y con un poco de locura.